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El origen del rumor
En 1993, un artículo en la revista Naturaleza concluye que al escuchar el Sonata de Mozart para dos pianos en re mayor conduciría a un aumento temporal del “razonamiento espacial”, es decir, la capacidad de manipular mentalmente formas y encontrar su camino en el espacio. Luego, algunos medios extrapolan: la música de Mozart mejoraría la inteligencia.
Unos años más tarde, el autor estadounidense Don Campbell publicó un libro titulado El efecto Mozart. Allí expone sobre esta teoría que la música del compositor austríaco tendría efectos beneficiosos sobre el desarrollo mental. En 1998, el gobernador de Georgia de EE. UU. Zell Miller, incluso sugiere liberar 105.000 dólares del presupuesto estatal para ofrecer un CD recién nacido de Mozart.
Hechos
Frances Rauscher, autora principal del estudio publicado en Naturaleza, nunca afirmó que la música de Mozart pudiera aumentar la inteligencia en general. De hecho, su experiencia consistió en tocar la sonata de Mozart para estudiantes de una universidad estadounidense durante 10 minutos. Luego tuvieron que predecir cómo se vería una hoja de papel cuando se doblara y cortara de cierta manera.
Los estudiantes expuestos a la sonata tuvieron más éxito en esta tarea que los que escucharon una grabación de relajación o simplemente silencio. Según los criterios que utilizó Frances Rauscher para traducir las puntuaciones de los participantes en un coeficiente intelectual equivalente, vemos un aumento de 8 a 9 puntos de CI. El efecto duró solo de 10 a 15 minutos.
Por un lado, el uso del coeficiente intelectual para medir la inteligencia está sujeto a debate. Por otro lado, varios otros investigadores intentaron, sin éxito, replicar el experimento. Especialmente Kenneth M. Steele que en 1999 imitó fielmente el procedimiento original y no detectó el “efecto Mozart”.
En 2010, para solucionar el problema, Científicos vieneses evaluaron 40 de estos estudios con más de 3000 individuos. La principal conclusión: el trabajo del laboratorio de Frances Rauscher midió sistemáticamente un efecto mayor que el de los otros equipos. Al final, escriben, hay muy poca evidencia que respalde el efecto Mozart.
¿Y la epilepsia?
Sin embargo, la música de Mozart puede tener otros beneficios. En 1998, Investigadores estadounidenses observó que parecía disminuir la frecuencia de ataques epilépticos y episodios de actividad cerebral anormal en pacientes con epilepsia.
Aún no se ha determinado el mecanismo que podría explicar este efecto. Es posible que la estructura rítmica de la música de Mozart active ciertos circuitos neuronales que se supone que tienen propiedades antiepilépticas.
Estos hallazgos despertaron el interés de la comunidad médica, ya que los medicamentos para la epilepsia son ineficaces en aproximadamente el 30% de las personas afectadas. Por tanto, en los últimos años se han realizado varios experimentos para profundizar en el tema.
En la primavera de 2020, Investigadores italianos examinó algunos de los estudios en cuestión para determinar si la música de Mozart realmente podría ayudar a tratar la epilepsia. Enumeraron 75 estudios para retener 12 que cumplían con sus criterios (realizados en pacientes epilépticos y que evaluaron el efecto de un tratamiento con música de Mozart mediante datos cuantitativos). Su análisis tendería a confirmar que la música de Mozart puede tener un impacto positivo en las personas con epilepsia.
Sin embargo, señalan estos científicos, la calidad de los estudios es baja e involucra a muy pocos participantes. Además, existen muchas variaciones en las metodologías, incluida la edad de los pacientes, el tipo de epilepsia, el curso del procedimiento, la duración del tratamiento y la pieza musical utilizada. Los autores concluyen, por tanto, que se necesitarán estudios más rigurosos y más amplios.
Veredicto
La música de Mozart no tiene un efecto medible sobre la inteligencia. Por otro lado, puede ser una ruta interesante para ciertos pacientes epilépticos. Pero tendremos que esperar a datos más precisos antes de considerarlo un tratamiento.
Imagen: Sonata para dos pianos en re mayor de Mozart.
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