Este texto es parte de nuestra serie sobre Detrás de escena de la desinformación en la ciencia
Allí presión de cumplimiento es un “factor psicológico clave”, según un análisis reciente de las noticias políticas reales y falsas compartidas en Twitter. El miedo a ser rechazado por el grupo con el que te identificas, si no compartes información errónea, puede prevalecer sobre las dudas que tengas. O sobre la tentación de comprobar los hechos.
La ideología política por sí sola no es suficiente para explicar la tendencia a compartir noticias falsas, comentarios en el comunicado de prensa autor principal, investigador en ciencia de decisiones Matthew Asher Lawson de la Escuela de Negocios Europea INSEAD. Además de la ideología, se debe tener en cuenta “el deseo fundamental de ser incluido y no ser excluido”. Porque hay un “coste social” de la exclusión, que mucha gente no está dispuesta a pagar, Lawson escribe en un texto popular.
Los tres autores observaron las interacciones, en Twitter, de más de 51.500 pares de usuarios de Estados Unidos, entre agosto y diciembre de 2020, buscando correlaciones entre la fake news publicada por uno de ellos, y los intercambios que siguieron, o no. Su conclusión es que aquellos “que no se ajustan al comportamiento de otros miembros del grupo que comparten noticias falsas están sujetos a interacciones sociales reducidas con el tiempo”.
En otras palabras, si uno de los usuarios compartía una historia que se demostró que era falsa, pero el otro no, la probabilidad de interacciones entre ellos disminuía. Esto ocurrió independientemente de su afiliación política, aunque el efecto observado fue más fuerte entre aquellos políticamente asociados con la derecha.
La búsqueda apareció en Revista de Psicología Experimental: General.
Los psicólogos no se sorprenderán, aquellos que han estudiado durante mucho tiempo estos fenómenos conocidos como “presión de grupo” o “deseo de pertenecer a un grupo”. En el contexto del auge de la desinformación en las redes sociales durante los últimos 10 años, el hecho de que los primeros estudios se centraran en la desinformación política, y muchos de estos estudios provinieran de Estados Unidos, una sociedad altamente polarizada, ha contribuido a llamar la atención sobre la “grupo” o “tribu” como agente contribuyente en la difusión de información falsa. En teoría, al comprender mejor este efecto de grupo, podríamos imaginar estrategias de alfabetización informacional que se dirijan a los usuarios de manera que reduzcan su miedo a un “costo social” a pagar si no comparten noticias falsas.
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