Tribuna. A principios de enero falleció el psicólogo belga Marc Richelle, gran especialista en ciencias del aprendizaje. Graduado en Lieja (Bélgica), Ginebra (Suiza) y Harvard (Estados Unidos), ganó el Premio Solvay, la máxima distinción científica belga, y miembro de la Real Academia de Bélgica. Richelle era más conocido en el mundo de la educación en Francia por haber escrito extensamente sobre el muy controvertido trabajo del psicólogo estadounidense Burrhus Frederic Skinner, padre del “condicionamiento operante”, un mecanismo para controlar la conducta. Pero, también discípula del psicólogo suizo Jean Piaget, Richelle vio en las acciones y operaciones cognitivas de los niños una palanca formidable para la educación, entre el control externo y la libertad de ser uno mismo.
En la historia de la psicología del siglo pasado, Skinner descubrió el llamado condicionamiento “operativo”, que ocurre cuando una rata enjaulada necesita realizar una acción específica, como presionar una palanca para obtener alimento. Skinner llamó a esta recompensa “refuerzo positivo” en oposición al proceso inverso de castigo. Las recompensas y los castigos, por supuesto, se conocen desde el principio de los tiempos, pero la novedad aquí radica en su manipulación experimental y científica. Así, en lo que entonces se llamaba “caja de Skinner”, el pequeño animal fue condicionado muy rápidamente a repetir determinadas acciones en lugar de otras.
Acondicionamiento del aprendizaje
Lo que Richelle entendió de Skinner es que además del simple mecanismo de partida en el que una acción, que puede ser fruto del azar, da como resultado una recompensa, lo esencial es lo que sucede como resultado de esta conjunción de eventos: un aumento de la flujo de respuesta, si va seguido de refuerzos positivos, como el grado de progreso; en definitiva, ¡las ganas de aprender! Aplicado a situaciones naturales en la vida familiar o escolar, entendemos que este principio es muy poderoso para crear las condiciones que dan forma al desarrollo de un individuo.
El descubrimiento de esta ley fundamental del aprendizaje animal -desde Darwin sabemos que el hombre es un animal, quisiera recordar Richelle- contribuyó a la formación, en psicología, de la llamada corriente “conductista”, basada en el comportamiento objetivo del estudio. . El conductismo, a menudo mal condenado en la historia reciente de la psicología, señaló los mecanismos esenciales del condicionamiento del aprendizaje, que siguen vigentes en la actualidad. Esto es especialmente cierto en neurociencia, con el descubrimiento del circuito de recompensa en el cerebro. Esto también se aplica al aprendizaje de la neuropedagogía.
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