CRÍTICA: esta película de anticipación onírica filmada en los bosques de Lituania transmite un mensaje ecológico mientras toma nuevos caminos.
En una Tierra donde nada crece, la humanidad ha vuelto al estado de civilización medieval. El planeta está ahora dominado por una casta de privilegiados que viven refugiados en ciudadelas, una especie de enormes hongos metálicos con raíces tubulares que se hunden en un suelo envuelto en niebla. Este universo del fin del mundo se debe a la locura de ciertos investigadores agrícolas que se convirtieron en aprendices de brujo operando mutaciones genéticas en plantas, fauna y flora, dejando estéril al planeta.
En una cabaña de cuento de hadas, perdida en lo profundo de un bosque esmeralda, más inquietante que encantador, una joven llamada Vesper (la formidable Raffiella Chapman, vista por Tim Burton en Miss Peregrine y los niños peculiares ) sobrevive con su padre. Un ex soldado que trabajó para las Ciudadelas, el hombre, ahora postrado en cama, solo se comunica con su hija a través de una especie de dron volador con forma de cabeza de robot.
El adolescente se metió con un laboratorio…
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