CSin embargo, las personas no estaban más enfermas que el promedio y la gran mayoría de estos virus son inofensivos para los humanos. Resulta que nunca hemos investigado a esta escala sobre todo lo que vive en nuestros intestinos, y algunos de ellos terminan en nuestras excretas: las 12.000 personas en cuestión proceden de 24 países y trabajan, publicado el 24 de junio en la revista. Microbiología de la naturaleza, consistió en hacer un análisis denominado “metagenómico”, es decir, mirar los genes en su conjunto, pero sin detallarlos de persona a persona.
Las 54.118 especies de virus en cuestión aquí, representadas por aproximadamente 190.000 genomas de virus, son en gran parte bacteriófagos, es decir, virus que se alimentan de bacterias. Es por eso que estos virus no son peligrosos para los humanos: no pueden atacar nuestras células, prefiriendo las bacterias. Son parte del ecosistema normal del cuerpo humano, también llamado microbiota.
Para los expertos en microbiota, este hallazgo también es importante por otra razón: las bases de datos de “nuestros” microorganismos identificaron previamente pocos bacteriófagos. Aún queda mucho terreno por aclarar sobre el tema: se estima que más del 70% de nuestros microbios descubiertos hasta ahora no podrían cultivarse en el laboratorio.
Pero para los especialistas en enfermedades infecciosas, la atención repentina a los bacteriófagos tiene otro significado: existe un antiguo concepto en biología llamado terapia con fagos, o terapia con fagos, que se refiere a la posibilidad de usar virus para “atacar” infecciones bacterianas. La teoría había existido durante cien años y fue descartada por el éxito de los antibióticos a mediados del siglo XX. Sin embargo, con la evolución hacia bacterias cada vez más resistentes a los antibióticos, ha resurgido recientemente el interés por realizar más investigaciones sobre bacteriófagos. En otras palabras, tal vez nuestros intestinos guarden los secretos de las armas futuras contra las enfermedades futuras …
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