sábado, julio 27, 2024
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Siete genomas en un mismo ser vivo

En nuestro caso, así hablamos de la mitocondria, un componente (u orgánulo) de todas nuestras células: tiene un bagaje genético propio, diferente al nuestro. Él probablemente sea una herencia eso se remonta a 3 mil millones de años, cuando una bacteria se “invitó” a sí misma a entrar a otro ser vivo y allí se quedó. Cumple funciones esenciales para el buen funcionamiento de la vida en la Tierra, que hoy sería muy diferente si no hubiera intervenido la mitocondria.

También observamos una familia con tres genomas en las plantas: las células vegetales probablemente adquirieron la capacidad de realizar la fotosíntesis gracias a una cianobacteria que llegó hace mil millones de años y que hoy se ha convertido en lo que llamamos cloroplasto. Al igual que las mitocondrias, el cloroplasto tiene un pequeño grupo de genes únicos.

pero con algas C. giropirenoidosa lo que describe esta semana un estudio apareció en biología actual, pasamos a otra categoría. Una “comunidad compleja” formada por dos bacterias, una de las cuales alberga un virus.

Es un alga unicelular del grupo de las CRIPTOMONEDAS, que se encuentra en todas partes en estanques de agua dulce. Forma parte de una colección de la Universidad de Goettingen, en Alemania, desde hace más de 50 años, cuyo linaje se ha cultivado en varios laboratorios desde entonces. Este espécimen llamó la atención de la investigadora principal Emma George de la Universidad de Columbia Británica después de leer un estudio. de 1988 que reveló la presencia de bacterias dentro de estas algas: por lo tanto, quería decodificar los genomas de estos “huéspedes”.

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ya habíamos aprendido en la década de 1990 que las criptomonas eran criaturas curiosas. Aunque no son plantas, pueden realizar la fotosíntesis porque se han “fusionado” con otro ser unicelular, un alga roja. Y dado que este último retuvo una versión reducida de su núcleo, donde los genes están ocultos en todos los seres vivos con núcleo, esto significa que importó dos genomas con él: el de su núcleo y el de sus mitocondrias. Sumando eso al núcleo y las mitocondrias de la criptomona, ya tenemos cuatro genomas.

Lo que la investigación publicó el 27 de abril en el biología actual agrega, por lo que hay tres bagajes genéticos más: dos de bacterias y uno de un virus que, aunque incorporado a esta bacteria, resulta ser, en teoría, un bacteriófago, es decir, un virus que come bacterias. Cómo pudo acabar allí, sin haberse “comido” a su huésped, no está claro, pero parece que esta cohabitación dura al menos 4.400 generaciones, es decir, desde que estas muestras fueron recogidas por la Universidad de Goettingen.

Una hipótesis propuesta por aquellos quien comentó sobre el estudio es que las condiciones estables de un laboratorio pueden haber ayudado a mantener el equilibrio. Pero en todo caso, comenten estos mismos expertoseste es un ejemplo de cómo las “relaciones” entre “el huésped, la bacteria y su virus” pueden ser aún más complejas de lo que pensábamos.

Imágenes: C. gyropyrenoidosa al microscopio electrónico / Fuente: biología actual

Juan Penaloza
Juan Penaloza
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